Su nombre nos suena desde siempre. Es que, a lo largo de sus años de carrera, Guillo ha logrado conquistar a la audiencia salteña, desde la espontaneidad y la alegría.
Algunos de sus familiares trabajan en medios de comunicación, así que él ya manejaba algunos códigos desde joven. Mientras cursaba el 1º año de Comunicaciones Sociales en la Universidad Católica de Salta, comenzó a incursionar en la radio y el periodismo gráfico. La tele llegó un tiempo después.
“Me llamaron para hacer un casting. Yo estaba nerviosísimo, como nunca en mi vida. Pasé por varias instancias de pre selección y finalmente quedé. Ahí se despertó mi pasión por el periodismo deportivo, un camino de ida”, recuerda.
La convocatoria para cubrir un mundial de fútbol fue, sin dudas, un antes y un después en su vida y la confirmación de que no se había equivocado en la elección. Este fue el principio de todo lo que vino después.
“Tuve grandes maestros, desde el que me llamó para la prueba hasta el que me puso el micrófono y me grabó. Todos me fueron formando profesionalmente y les estoy agradecido por siempre”, agrega.
Cuando Guillo llegó al 10 tv, ratificó lo que siempre había pensado: la diversidad de producciones y la ductilidad de conductores hacen del canal un medio especial y muy conectado a su público.
“Creo que nunca me aburrí siendo periodista. Es como un subibaja, siempre te encontrás con algo nuevo. Salís de tu casa y sabés que algo o alguien te va a sorprender para bien o para mal. Ese movimiento y descubrimiento constante es una gran motivación”, aclara.
Junto a Vitín, fiel compañero de aventuras, Guillo hace de La Mañana del 10 su segunda casa en la que recibe a una audiencia salteña que conoce y le preocupa.
“Siempre hay alguien esperándonos en la puerta y eso demuestra el vínculo que construimos con la gente, siendo nosotros mismos en la pantalla y en la calle también. Creo que ahí está el potencial, en la naturalidad, la cercanía y la empatía. Si una persona nos dice que sonrió al iniciar el día, ya estamos hechos”, finaliza.