Guapísimo como siempre y con la sonrisa intacta, Guille se luce en la pantalla de El 10, desplegando su profesionalismo y compromiso con la veracidad de la información.
Era de los que agarraba revistas viejas y se ponía a leer publicidades con voz de locutor. Jugaba a la radio con un grabador y aprovechaba cada acto escolar para tomar el micrófono y hacer de las suyas.
En la casa de los Brandán lo supieron desde el principio: Guillermo iba a ser periodista. Se le notaba la vocación. Inútiles fueron los intentos porque estudiara abogacía: cursó un solo año de Derecho y, aunque su papá no estaba de acuerdo, se fue a Córdoba para formarse como comunicador.
“Es verdad que durante mucho tiempo yo hice de esto una forma de vida, y aunque creo que mi profesión es mucho de lo que soy, no me define totalmente. Estoy en constante evolución, redescubriéndome todos los días. Siempre estoy listo para explorar”, dice Brandán con entusiasmo.
Luego de trabajar muchos años en otros medios televisivos, Guillermo se dedicó a la comunicación institucional y cuando decidió volver a la pantalla, eligió al 10. Pato Wierna le abrió las puertas de esta casa y ahí comenzó la aventura.
“Hay pequeños instantes en los que tengo la certeza de que con nuestro trabajo podemos cambiarle la realidad a alguien y eso es maravilloso para mí, me conmueve profundamente esa transformación. Yo reniego un montón, puteo, me enojo mucho, pero juro que en esos momentos me re enamoro de mi profesión”, dice Guille, emocionado.
Se destaca por su voz, por su presencia en cámara, por su cintura como conductor, por su suspicacia como entrevistador y también por su sentido del humor dentro y fuera del aire. Cuando llega, saluda a todos, uno por uno, y luego de hacer terapia con Cris Matorras, nuestra maquilladora, se prepara para la efervescencia del vivo.
Más allá de lo que se ve en pantalla, la magia se va creando en el vínculo de amistad, compañerismo y unión de todo el equipo que, con sus problemas, historias, alegrías, aciertos o días malos, siempre sabe estar a la altura de las circunstancias.